Lamentamos el sensible fallecimiento del conocido ex comerciante Pedro Bustamante Sánchez
Fuente: Revista MOTIVUS - www.revistamotivus.cl
Lamentamos el sensible fallecimiento del conocido ex comerciante Pedro Bustamante Sánchez, quien diera enconada lucha a la muerte, y quien conociéramos tras compartir un hecho de vida que lo marco y le permitió vivir por más de una década, una historia real, verídica que compartimos en la edición 18 de nuestro medio de comunicación con fecha febrero del 2008, siendo el reportaje que más ha marcado a este medio de comunicación.
Hoy lo revivimos en forma de homenaje a Don Pedro, (Q.E.P.D)
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Edición 18 Revista Motivus. Febrero 2008
Juan Pablo Segundo puso de pie a Pedro
La historia que leerán a continuación le ocurrió al conocido comerciante don Pedro Bustamante Sánchez. Esta historia es real y testifican su veracidad la familia, que sufrieron día a día junto a don Pedro. Para los incrédulos quedan la infinidad de documentos que comprueban la enfermedad y la decena de diagnósticos médicos que indicaban que ya no había solución, documentos vistos por Motivus. Agradecemos a don Pedro por compartir su historia, luego de casi un año de guardarla entre sus cercanos, Dios permita que su historia trascienda nuestras fronteras y sea una de los tantos milagros que ya realiza en el mundo nuestra santidad Juan Pablo Segundo (Q.E.P.D).-
A continuación, el relato del propio protagonista.
Un día cualquiera iba caminando y de pronto tropecé y caí, se me volvió el pie para atrás y me senté en el talón, sentí un dolor leve ya que, los que padecemos de Diabetes perdemos parte de la sensibilidad, no le di mayor importancia y seguí andando, solo sentía una pequeña puntadita por así decirlo. Hasta que un día se me inflamo la pierna todo el tobillo hasta llegar a la misma rodilla y ahí empecé con problemas tuve que ir al médico, donde comenzó mi calvario, exámenes, radiografías, curaciones, el peregrinar de visitas a distintos médicos para escuchar casi lo mismo.
En resumen, tenía un pie desarmado, me drenaron un poquito y me enviaron a Santiago, esto en febrero del 2005, allá me intervinieron, me abrieron el pie, me hicieron aseo quirúrgico y quedé hospitalizado varios días, era visitado periódicamente por los médicos los cuales se miraban al ver mi pie sin arreglo. Desde el hospital de el Salvador, lugar donde estuve hospitalizado, me trasladé al hospital del Trabajador para realizarme una Resonancia Magnética, para poder estar más seguros ya que los médicos hablaban de amputar mi pierna y yo me negué a eso. Llegó el día del resultado de la Resonancia, donde diez de doce médicos coincidían en que había que amputar, los dos restantes, quizás al ver mi cara llena de dolor, dejaban que yo tomara la decisión tal vez pudiera producirse que el pie por cosas de la naturaleza se cubriera o tal vez sucediera un milagro. Por supuesto, mayoría manda, así que, les pedí a los médicos que no amputaran y que me dieran un tiempo, plazo de un año a ver qué pasaba.
Siempre optimista saliendo del hospital fui a ver otro especialista está vez en Concepción, una eminencia en el tema, para saber otra opinión, lamentablemente su respuesta fue la misma y textualmente me dijo “Que lo más práctico y la forma de prolongar mi vida, era amputar” yo lo mire y le dije “Doctor si este problema lo tuviera un hijo suyo ¿Usted qué haría?” Mire don Pedro en esta situación, lejos la solución es amputar. Una vez más me regresé a Cauquenes con hartas indicaciones, en silla de ruedas y con la petición estricta que no podía afirmar el pie, si se volviese a infectar tendría que volver nuevamente, pero para terminar con el suplicio. Inclusive el doctor, me dijo, quédese don Pedro por favor usted tiene una bomba de tiempo en su pie, si no amputamos le puede venir una septicemia y en minutos usted se nos muere, entienda eso, quédese ahora.
Desde ese día no podía valerme por mi mismo, en silla de ruedas, con muletas, mi señora Luz María y mi hijo me hacían todo, para ir al baño tenían que ayudarme y levantar a una persona de 147 kilos realmente es una odisea. Comenzó ahí una angustia, una desesperación donde lo único que quería era morirme….
(Visiblemente emocionado don Pedro continua con su relato)…
Al hospital de Cauquenes en un principio iba cada tres días, después día por medio y hubo veces que fui todos los días, siempre acompañado de mi hijo, fiel testigo de este dolor y que veía junto a mi señora como me iba consumiendo día a día.
Aburrido de los viajes al hospital, siempre curándome la secreción que mojaba el calcetín, malolientes, sí, yo me sacaba el zapato y prácticamente salía olor a algo muerto, que era mi pie (…….) la herida ya no daba más, era tanto que la pierna tomaba distintos colores, amarillenta en veces y otras casi negra.
El día viernes 30 de marzo una vez más fui al hospital y al curarme la enfermera me dijo que la herida no aguanta, totalmente abierta, ella tocaba inclusive el hueso por lo cual me dijo don Pedro usted debe quedarse hospitalizado, yo me negué y me derivó a primeros auxilios con la doctora de turno, quien ratificó lo dicho por la enfermera y nuevamente me negué. ¿Qué saco con quedarme aquí hoy es viernes?, no van hacer nada. La doctora me dijo, yo lo dejo irse pero usted me firma una hoja donde usted es el único responsable si le llegara a pasar algo. Así fue me dieron una receta con infinidad de remedios y quede comprometido de volver el día lunes a hospitalizarme si Dios así lo quería.
En el trayecto le dije a mi hijo, que hasta aquí lo acompañaba ya que en estas condiciones no podía seguir viviendo, mi hijo con lágrimas en los ojos me pedía ¡Papá no puedes dejarte morir, Papá!…… Recuerdo que llegamos al negocio y como pude me presente ante la imagen de Juan Pablo Segundo y le pedí con tanta fuerza que me dejara vivir un tiempo más en forma medianamente bien, que yo pudiera movilizarme y sino que me llevara, porque yo no podía seguir viviendo en esta forma. Le supliqué con mucha fuerza y así paso el viernes, usted debe saber que quienes padecemos de diabetes tenemos prohibidos algunos alimentos y bebidas, sinceramente yo me olvidé de eso, y no me tomé ningún remedio, la verdad de las cosas pensé que me despedía.
Llego el famoso lunes, día de hospitalizarme yo no quería ir, pero mi familia me tenía mi bolso listo y me pedían que fuera, al final accedí. Al llegar al hospital me iban a derivar inmediatamente al médico y le pedí a la enfermera que por favor me limpiara la herida antes, para ir más presentable. Me subieron a la camilla me comenzó a sacar el vendaje y al llegar a la herida me dijo ¡Don Pedro, ¿qué pasa aquí? y yo le pregunto ¿Qué pasa? Don Pedro la herida esta rosadita, esta con carne y se fue el mal olor. Pero como señorita que pasa, que hago ¡Váyase! que más va hacer aquí, si la herida está sana, no hay infección. Esto fue el dos de abril y el día cuatro de abril ya no había herida, inexplicablemente se cerró dejando solo una cicatriz.
(Entre sollozos don Pedro nos cuenta) Lo más lindo, ahora me puedo parar, puedo caminar, ir al baño, el otro día sin ir más lejos, después de años fui a los mariscos, di una vuelta, pase al mercado, me vine por el pasaje Ruiz y llegué a mi negocio, caminado. Cuando iba a pensar que iba hacer ese recorrido, nunca. Hasta me he bañado en piscina e nadado que me gusta tanto inclusive tengo un desafió con mi hijo de meternos al mar, ojala pueda realizarlo.
En el día de hoy don Pedro Bustamante, camina por la vida con otros ojos, hoy disfruta la vida a concho, pero con prudencia y serenidad, sale en su camioneta, va al campo, lleva su vida normal. En su negocio está la imagen de su Santidad que le dio la bendición de sanar, no hay día en que no converse con Juan Pablo Segundo, llega al negocio y lo primero es saludar y al final del día, es un hasta pronto, nos vemos mañana si Dios quiere.
Pedro Bustamante Navarrete, Hijo
A mi padre nunca lo dejé solo, lo he acompañado a todas partes y he sufrido con él su enfermedad, generalmente a mí me tocaba escuchar en primera instancia las decisiones de los médicos y créeme que no se lo doy a nadie, que te digan que hay que cortarle el pie a tu padre, uf….. Es fuerte. El día en que mi padre tiró la toalla no sabíamos que hacer, se nos vino el mundo abajo. Cuando llegamos al negocio, lo vi llorando frente a la imagen de Juan Pablo Segundo. Paso el fin de semana, descuidándose por completo hasta que el lunes cuando creíamos a que íbamos a lo peor, fue todo lo contrario en dos años y medio no pudo recuperarse y tan solo en dos días la herida sanó ¿? La propia enfermera se emocionó, nos miró a nosotros y miró hacia arriba y dijo ” hay alguien allá arriba”. Desde ese día no hemos vuelto al hospital.
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