El día de playa de doña Agustina en Pelluhe
Historias |
Ese sábado por la mañana el ajetreo en la casa de doña Agustina era infernal.Carreras a la feria libre, compra de choclos , sandías y frutas frescas marcabanel recorrido por la calle Victoria que a la sazón se transformaba en un paseo peatonal multicolor entre gritos de " caseros" afuerinos y locales entonando sus ofertas a viva voz.
Los canastos con " maqui" de la zona, azulaban los rostros infantiles que vaciaban las pequeñas perlas negras dulces en su boca con unción.Mientras en el pasillo que daba a la cocina de la casa, las gallinas en sus estertores de la muerte colgaban de algún gancho a la espera del agua hervida que las desnudaría impúdicamente.Huevos cocidos en cantidades indeterminadas colmaban la canasta de mimbre.
Las fuente de greda de Pilen se colmaba hasta los bordes con el pan amasado caliente que mostraba los chicharrones como ojos custodios y guardianes. Era el pan para mañana.
Los hombres encargados de los " permisos" de tránsito y del " bebestible" traían las chuicas de quince con el cuidado propio de una mujer coqueta. No sin antes hacer toda una ceremonia para “ sacarle el viento” asegurando su calidad .
Era el preparativo de nuestro paseo a Pelluhue .
Ese de ayer, de una calle terrosa y larga que observaba desde lo alto las olas bravías y desafiantes que esculpían las rocas filosas con su carga de sal y espuma, para llegar finalmente a la arena negra de esta pequeña caleta maulina dejando ahí guardados sus secretos marinos mas preciados.
El camión del " compadre" José Villanueva con toda su tribu- Pancho, Miguel, Reinaldo, doña Coca-, recogía a su paso los amigos quienes cargaban hasta las barandas su alegría y vituallas el Ford sesentero.
Eran recién las seis de ese domingo de aventuras, algunos pequeños , dormitaban entre frazadas y tablones adecuados como aposentadurías para la comodidad de los pasajeros.
La llegada a la playa, esa que queda en los bajos de lo que fue el refugio de Parral, entre Pelluhue y Curanipe, despertaba todos los ánimos.
Los menores de un salto y carrera presurosa iban en busca de las olas.
Los mayores en la descarga y acomodo de los enseres, pegados a una gran roca que servirá de cobija dominguera.Pronto entre un círculo de piedras se encendían las brazas para entonar el silbido de las teteras anunciando la hora de desayuno.
El trepidar de las cáscaras de huevo no se hacía esperar, los “ tutos” de pollo acompañaban el festín que se licuaba con ese café distinto tomado en jarro choquero. El pan amasado de ayer se aparecía generoso para completar la fiesta de la mañana.
Todo si no se levantaba un viento fuerte que llenaba los alimentos de arena, que condimentaba de mala forma los sabores matutinos.Mientras los “ novios” de las damas de mimbre, vertían su contenido tinto y harina tostada en gruesas cañas de vidrio para pasar el mal rato y el polvo del camino con una buena “ chupilca” que daba la partida a un día en que la tarea será aliviar su carga hasta la última gota.
Doña Agustina y sus pares mujeres, trotaban de un lado a otro entre pelar papas, desplumar choclos de cabellos rubios, para preparar las cazuelas y ensaladas de la hora doce.
Todos en la playa entre gritos y expresiones jubilosas. Hay que hacer hambre y viene la once que las mujeres al mando de Doña han preparado casi de inmediato después del almuerzo, con un breve paso a la orilla del mar , para “ mojarse las patitas”. Están también en su derecho.
La vuelta cansada se apronta, los cuerpos enrojecidos dan cuenta del abrazo solar, ( no había bloqueadores ni protectores).
La sinuosa bajada del corte y una brisa caliente, anunciaba la cercanía de Cauquenes.
Era el fin del paseo, embetunados con tomate molido o jugo de choclo para pasar las quemaduras dejábamos el día rumbo al merecido descanso.
Fue un lindo día, un día de playa en Pelluhue de Doña Agustina.
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Comentarios
Gracias Cauquenes por tanta cosa hermosa gracias tíos, gracias primos y parientes.
Un saludo a todos los Cauqueninos
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